Dejo que mi cuerpo llore para que mi mente no se suicide...
Pueden citarse muchas influencias (probablemente ellos no estén de acuerdo con muchas): The Cure, Echo & The Bunnymen, Mogwai, Lagartija Nick, La Dama Se Esconde (que nadie se rasgue las vestiduras, por favor), Interpol… En las nueve canciones de su segunda obra (en 2002 grabaron un primer disco que parece que aún no ha sido editado) uno encuentra elementos que recuerdan en mayor o menor medida a todas esas buenas bandas, lo cual no está reñido con que Nudozurdo muestre un estilo propio y ya inconfundible. Y ese estilo se debe en gran parte a unas muy buenas letras, tan personales y directas como ambiguas e inquietantes, perfectas para el post-pop-rock que practica la banda madrileña. Aunque ya sabemos que en directo son mucho más agresivos y contundentes (sí, duros), en el álbum no es difícil engancharse al pop afilado de temas tan redondos como ‘Mil espejos’, ‘Negativo’, ‘Otra vez’ (“córrete otra vez”), ‘Ha sido divertido’, ‘No hay nadie’ o la gran ‘El hijo de Dios’, en la que uno casi puede ver a Leo en un pulpito, predicando. Ya hemos recibido alguna colleja dialéctica por no haber hablado de ellos antes y, sinceramente, nos lo tenemos merecido. Ahora, si triunfan Vetusta Morla y Nudozurdo no, es que no hay justicia en España.
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Semen
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